Frijol


Dentro de las leguminosas de grano utilizadas para el consumo humano en Colombia, la especie más importante es el fríjol. Su consumo se da tanto en vainas tiernas como en grano seco y es cultivado en todos los pisos térmicos, puesto que muestra un amplio rango de adaptación a los diferentes ambientes agroecológicos.
 

Pero su importancia y trascendencia va más allá de servir como una simple fuente de alimentos. El fríjol es un producto básico y estratégico para los colombianos, debido principalmente a su contenido nutricional ya que es rico en hierro y proteínas y es una muy buena fuente de fibra y carbohidratos. Como fuente de proteína, ocupa el cuarto lugar por encima de cultivos tan importantes como el arroz y el trigo.
 

Como se mencionó anteriormente, esta leguminosa es la mejor fuente de hierro. Una taza de fríjol suministra del 25% al 30% de los niveles recomendados para este mineral. La misma cantidad suministra al menos, la mitad de la dieta diaria recomendada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) para el ácido fólico y la vitamina B, importantes en la salud de las mujeres embarazadas; en forma similar, la misma taza de fríjol provee el 25% de los requerimientos diarios de Magnesio y Cobre, y el 15% de Potasio y Zinc según USDA.
 

El fríjol reviste gran importancia en la medida que el país suministra más del 84% de la demanda interna (alrededor de 110 mil toneladas anuales de producción eminentemente campesina), e importa aproximadamente entre 20.000 toneladas anuales, provenientes principalmente de los países de la comunidad andina cuyas importaciones no están gravadas con arancel.
 

El área cultivada en Colombia de fríjol en el año 2010, según el departamento económico de Fenalce fue de 100.718 has que generaron una producción de 112.610 toneladas. En el mismo año se importaron 23.120 toneladas de frijol, las cuales en su mayoría provienen de Bolivia, Ecuador y Perú, los costos de producción para el cultivo del fríjol en las principales zonas productoras del país, presentan un amplio margen de variabilidad de acuerdo con las condiciones agroecológicas de la zona, paquete tecnológico utilizado, y habito de crecimiento del cultivo.
 

El reciclaje de la semilla por parte de un gran número de agricultores sin ningún control o programa de manejo hace parte de la problemática actual. Esta situación conduce a la transmisión de una elevada cantidad de enfermedades por semillas infectadas, lo cual reduce considerablemente los rendimientos e incrementa los costos de control fitosanitario, disminuyendo la rentabilidad del cultivo. Asimismo la baja oferta de semillas certificadas y seleccionas en el mercado, obligando al agricultor a usar semillas tradicionales con las consecuencias descritas.
 

Otros de los limitantes tecnológicos de este cultivo son: la baja disponibilidad de desgranadoras de fríjol que ocasiona deficiencias de manejo y altos costos en la post cosecha, la no utilización de opciones de mecanización para labores como siembra y fertilización, el poco uso de la irrigación como alternativa a la estacionalidad de las lluvias., carencia de centros de acopio, clasificación y empaque y zonas productoras que carecen de infraestructura para riego.


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